Cuando nacen los bebés todos resaltan su ternura, pero algunos años después los padres se encuentran con incómodas situaciones como llamadas del colegio porque “su hijo mordió a otro” o le “jaló el cabello a una niña en la guardería”. Según Jesús Jarque, orientador de Infantil y Primaria, pedagogo y master en Psicología y Gestión Familiar, “la presencia de estas conductas dura aproximadamente hasta los 5 años y puede ser un proceso normal, ya que a esa edad, la capacidad de autocontrol es todavía reducida”.
Sin embargo, esta conducta agresiva no se debe permitir y tiene que ser corregida cuanto antes, por lo que es importante conocer primero las causas que motivan a la agresividad infantil:
- El ejemplo de sus padres. Los niños aprenden por imitación y si en el hogar muchas situaciones se resuelven con cierta violencia, el niño aprenderá esa forma de resolver problemas similares.
- Las dificultades de comunicación. Los retrasos del lenguaje o las dificultades para expresarse, favorecen estos comportamientos.
- La exposición a escenas violentas. La exposición a escenas violentas aumenta la agresividad de los niños, porque aprenden un modelo que tratarán de imitarlo posteriormente.
Programas de televisión, películas, deportes de lucha, videojuegos y similares, con cierta carga de violencia también contribuyen directamente a que reproduzcan conductas agresivas.
- Ambientes familiares competitivos. Ambientes familiares donde los niños están descuidados, no existen normas coherentes y donde de alguna manera impera la “ley del más fuerte”, son proclives a que se desarrollen comportamientos violentos.
- Poca tolerancia a la frustración y estrés. Los niños que toleran poco las frustraciones o sometidos a situaciones de estrés, también suelen ser más violentos.
- Otras razones que pueden influir son la falta de habilidades sociales para resolver situaciones conflictivas de manera adecuada y sobre todo, que el niño consiga, con su comportamiento violento, dominar a los demás y obtener beneficios, porque de esta manera está recibiendo un «premio» a ese comportamiento inadecuado.
Pero esto no es suficiente, se deben adoptar estas medidas para erradicar estas “costumbres” del comportamiento de sus pequeños:
1º. Hablen con sus hijos
- Explíquenle que las conductas violentas como arañar o pegar son inadecuadas y las consecuencias negativas que tienen para los demás niños y para él mismo.
2º. No exponer a escenas violentas
- Deben evitar a toda costa que los niños presencien escenas violentas, ya sean en películas, videojuegos, espectáculos deportivos, etc.
- Los niños no distinguen entre la realidad y la ficción y tratarán de reproducir esas situaciones en su vida real.
3º. Ejemplo en el hogar
- Los niños aprenden por imitación, el ejemplo que le den a su hijo o hija será decisivo.
- El niño debe ver en sus padres un modelo de afrontar las situaciones dialogando, negociando, pero sin recurrir a la violencia física o verbal. Tengan en cuenta que su hijo les observa y escucha siempre.
4º. Enséñele otras opciones
- Los padres deben enseñarle de manera concreta alternativas a su conducta, es decir, cómo puede resolver las situaciones de otra manera.
- Esto se suele hacer a partir reflexionando sobre episodios sucedidos en el colegio o en contacto con otros niños, por ejemplo, en el parque.
5º. No refuerce las conductas agresivas
- Sin querer, muchas familias “premian” el comportamiento agresivo de su hijo. Bromeando, presumen de esta forma de ser ante otros familiares y amigos con comentarios como “preferimos que él pegue a que le peguen”. De esta forma están aprobando el comportamiento de su hijo o hija.
- En otros casos, se etiqueta al niño como “pegón”, lo que también refuerza este tipo de conductas.
6º. Elogie y apruebe
- Sorpréndalo resolviendo las situaciones adecuadamente, con sus hermanos u otros niños.
- En esos casos, préstele una especial atención, elógielo y apruebe su conducta. Será una forma muy concreta de decirle: «así me gustaría que actuaras la próxima vez»
7º. Adopte medidas
- Cuando el niño pegue o agreda a otro niño, adopte medidas de manera que ese comportamiento tenga consecuencias negativas. Las medidas se deben adoptar lo antes posible.
- En primer lugar regáñelo y déjele bien claro que no quiere que se comporte así.
- Si acaba de presenciar una reacción violenta, utilice la técnica de «tiempo fuera»: déjelo en un lugar aburrido pero supervisado, tantos minutos como años tiene.
- Otra forma de actuar, consiste en retirarle algunos privilegios: como no poder ver la TV, o retirlarle un juguete. Aquí, el criterio general será retirárselo tantas horas como años tiene.
8º. Si nada funciona
- Si a pesar de todas las medidas, y pasado un tiempo prudencial el niño o la niña continúa con una conducta agresiva, sería necesario que un especialista valorara el comportamiento para proponer un programa de mejora más personalizado.
Fuente: ABC
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